Quien tiene un huerto conoce muy bien la sensación de cortar unas lechugas, unos tomatitos o cualquier hortaliza que has visto crecer para preparar el plato que deseas.
Cultivar lo que comemos y saborear esas verduras recién cortadas es todo un placer, pero... ¿y si además tuviéramos un huerto artístico?
Nosotros nos hemos propuesto crear un huerto con un encanto extra, donde las piedras que fuimos separando de la tierra cobren vida.
Y el placer es doble, porque mientras regamos, mantenemos los bancales en orden y cuidamos de nuestras hortalizas, nos sentimos contentos de tener un huerto artístico decorado por nosotros mismos.
Qué bien nos los hemos pasado con ese poquito de pintura, unos cuantos pinceles y esos momentos inolvidables en los que íbamos diseñando tranquila y plácidamente nuestra propia decoración hortícola :-)