Santa Hildegarda de Bingen, perteneciente a la Orden de San Benito fue una santa, compositora, escritora, filósofa, científica, naturalista, médica, polímata, abadesa, mística, líder monacal y profetisa alemana del sigo XI. Menudo currículum, para quedarse boquiabierto!!!
Animamos al lector a investigar sobre la vida de esta magnífica mujer.
Escribió largo y tendido sobre nutrición y creó unas cuantas recetas de cocina diseñadas especialmente para mantener y/o recobrar la salud. Le llaman Recetario Hildegardiano.
A nosotros nos encantan sus galletas de la felicidad para reconfortar el cuerpo y el espíritu. Así las denominó. Activan el cuerpo y despejan la mente, incluso dice que los niños deben comer máximo 3 de ellas para evitar que se vuelvan pillos.
Seguramente nosotros hemos comido demasiadas y por eso estamos llenando este blog con preguntas y reflexiones incómodas... ya tenemos la excusa :-)
Su receta para galletas es genial, pero para personas mayores resultan un tanto duras… y para algunos no tan mayores también. Así que decidimos adaptar la receta y convertirla en bizcocho.
Aquí nuestra versión:
Ingredientes:
11 gr de nuez moscada molida en polvo.
11 gr de canela molida en polvo.
3 gr de clavo molido en polvo.
375 gr de harina de espelta (toda blanca o mejor, 300 gr blanca y 75 gr integral)
75 gr de azúcar de caña. (Deberían ser 150 pero no lo queremos tan dulce)
125 gr de mantequilla (o también aceite de coco)
100 gr de almendras molidas.
1 pizca de sal.
2 huevos (enteros, aunque ella devcía solo las yemas)
50 grs levadura fresca
Ralladura de piel de una naranja
Procedimiento.
1.- Mezclar la harina con las especias, la sal, el azúcar, las almendras molidas, la levadura y las ralladura de piel de una naranja.
2.- Derretir la mantequilla.
3.- Añadir los huevos, la mantequilla, el aceite de coco.
4.- Mezclar hasta que quede una pasta homogénea.
Cocción:
30 minutos a 180 grados.
Pinchar con palito a ver si el bizcocho está hecho y dejarlo más tiempo si fuera necesario.
En una sartén no lo hemos probado todavía.
Esperamos que Santa Hildegarda no se nos enfade… aunque tenga todo el derecho a enfadarse. Un día de estos pensaremos en la utilidad del enfado.
Pues eso… manos a la masa.
Salud!!!